

Sentado en su silla
toma el sol plácidamente.
Sus nietos juegan con él
y su pensamiento está vagando
por su pasada juventud.
Estos buenos recuerdos
le producen una triste nostalgia,
¡que años aquellos, que ya no volverán!
Se siente sólo y decaído
porque su esposa ya murió.
Su única alegría son los nietos
que Dios le dio.
Se siente apartado de la sociedad,
sus trabajos ya no sirven,
después de haber estado trabajando
para mejorar la sociedad
ahora se ve rechazado por ella.
¡Pobre abuelo!
Tres cuartas partes de su corazón están tristes,
y la que le queda
sólo la alegran sus nietos,
ya que son los únicos
que parecen comprenderle.
Ese hombre benévolo
ve que su muerte se acerca,
y aunque pronto dejara esta vida cruel
sabe que viajara a un sitio mejor
donde encontrara la paz y el amor
junto a quien fue su mujer
mujer a la que nunca olvido.