Ahora que empiezo a ser adulto sé cuál es el sentido de mi vida. No estoy preparada para saber el sentido de mi vida y creo que tampoco lo estoy para ser adulta.
La cuestión es despertar, sentir ambientes, volar y asombrarte de lo que es la vida, salir de ese sueño que conlleva ilusión y limitarte a aceptar que tus huellas las siguen tres personas. Sentir no se trata de llenarse la boca de papeles, ni de escribir en estos el asombro del que lo vaya a leer. Se trata de que los demás se reflejen en el resplandor de tus miradas, que en ellos vean el sinfín de hechos que podrías hacer solo por demostrar que les quieres. No crezco solo por llevar tacones, es mas, con algunos no se andar, y más si el camino está repleto de piedras; pero he decidido correr descalza, notar el frío, así cuando llegue el calor será más confortable. Así que sin zapatos y sin maleta, estoy dispuesta a vivir y a disfrutar cualquier momento, improvisando, sin mirar el reloj y dejando que la orilla borre mis huellas, que quien quiera seguirme vaya de mi mano o por delante, de ellos me guiaré. Y cuando encuentre el sentido de mi vida, lo vestiré de paciencia y espera, porque el verdadero sentido será el camino, no la meta.
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