Echo en falta cuando ibas al parque y jugabas con los niños que había allá. En cuestión de segundos, ya eran tus amigos, sin importar como vestían, si eran wap@s, fe@s, alt@s, baj@s, gord@s, flac@s...simplemente eran tus amigos, porque la hora que habías estado allí, habían jugado contigo.
También echo en falta cuando sonreír era nuestra única preocupación. Aunque en el fondo, lo hacíamos sin querer, porque éramos felices o simplemente porque era algo que nos caracterizaba. Y aunque estuviésemos llorando, a los cinco minutos nos callábamos y volvíamos a sonreír.
Luego nos hacemos un poco más mayores y empiezan las preocupaciones. Nos rayamos por todo y nos preocupamos demasiado por todo. Por eso echo en falta esos momentos en los que me daba igual todo. No me preocupaba por las notas, por ningún chico, por si caería bien o mal a alguien, por qué pensarían de mi los demás... pero el tiempo pasa y nosotros con él...
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